Tomando el té ~Libre~

Un gato, uno de dos colas, caminaba por las calles de la ciudad sin importarle a donde iba a llegar. Se había escapado nuevamente de Raine porque no le había querido dar dulces para desayunar. ¿Quién la culpaba? No podría ser sano darle eso para desayunar a un animal, especialmente a un felino. Fue caminando de lugar en lugar, encontrando el indicado para conseguir su “preciada comida”, importándole poco si se la terminaba robando a un niño ó no. Su nariz termino por captar un agradable aroma, empezó a correr dejándose llevar por el apetitoso aroma hasta que llego al lugar donde provenía, al parecer era un tipo de cafetería.

Sin que nadie le descubriera entro por la puerta mientras que un par de clientes salía, ya que era demasiado ágil incluso para un gato normal por lo que nadie se percato de su presencia. Hasta que se subió a una de las sillas, donde se encontraba una jovencita parecía no ser mucho más grande de 12 años. ¿Ella tendra dulces? pensó el pequeño felino, normalmente no hubiera hablado telepáticamente con nadie a excepción de Raine, pero ahora tenía hambre y no tenía otra elección que hacerlo. – Hey niña. ¿Tienes dulces? – le dijo mientras subía dos de sus patas a la mesa para que le viera.

Mientras tanto, no muy lejos de ahí, se encontraba la joven Raine buscando a su mascota. Que si bien parecía a veces que no le importaban los demás, se importaba mucho por su pequeño felino y temía que algo pudiera pasarle… O pudiera ocasionar en todo caso.

Raine seguía buscando a su pequeño gato. El muy desobediente se fue en cuanto no le cumplió uno de sus caprichos, quiso explicarle que después podría hacerle mal si comía dulces y demás, pero al no verse escuchada salió corriendo de casa. – Ese gato idiota... ¿Dónde se habrá metido? – murmuro enojada, pero preocupada al mismo tiempo que se paseaba de tienda en tienda buscándole.

Mientras el gato siguió mirando a la niña con la que se había topado, mientras ladeaba su cabeza sin intención alguna de bajarse de donde estaba, pero al ver que era más estricta de lo que parecía en cuanto educación no tuvo más opción que sentarse en la silla mientras observaba lo que el mesero había dejado, saboreándose un poco las galletas que había en la mesa. – Mi dueña si me deja, en realidad a eso me mando a buscar galletas para almorzar. – mentía tan naturalmente que parecía que lo que decía era en realidad la verdad. Ambas de sus colas se seguían moviendo de un lado a otro suavemente, observando cada movimiento de la chica, no le parecía ser alguien normal y menos alguien de corta edad. Duro un momento, pero después se presento. – El nombre es Dunkel. Un gusto niña. – dijo levantando una de sus patitas mientras con la otra se apoyaba, acercándose cuidadosamente a la mesa de nuevo. – ¿Ahora si me das una? -.

Raine se fue acercando a otra de las tiendas. ¿Un café? No había forma en que su gato entrará a uno, detestaba las cosas calientes pues lastimaban su lengua. Estaba a punto de pasarse de largo cuando por la ventana observo a su gato sentado en una silla junto a una joven rubia. Fue tanta su sorpresa de haberlo encontrado ahí adentro, que no pudo evitar golpear el vidrio para llamar su atención.

El gato movía la cola con emoción, al fin tendría el almuerzo que tanto había esperado. – Yo no. Nunca me he enfermado por eso, no creo empezar ahora. – mintió de nuevo, al igual que su misma dueña el estaba preparado para mentir en cualquier situación y que esta fuera tan real que nadie notaría que estaría mintiendo. Observo aquella reverencia seguida de la presentación de la niña, en seguida noto como estaba a punto de darle la galleta; sus ojos comenzaron a brillar un poco, emocionado porque al fin obtendría lo que estaba buscando. Se acerco poco a poco para darle la mordida a la galleta, volviendo a subir sus pequeñas patitas a la mesa, le faltaron solamente centímetros para poder morder el postrecillo pero fue una lástima que el momento tuvo que ser interrumpido por un fuerte sonido en el vidrio. – ¿Mi dueña? – pregunto algo confundido al ver que se detenía, volteando hacia la ventana también para ver.

Desde el otro lado de la ventana se veía una Raine algo enojada, se podía sentir el aumento de temperatura a su alrededor mientras ella seguía recargada al cristal. – Quédate. Dónde. Estas. – dijo en voz baja, desde adentro Dunkel no podía escucharle pero si había aprendido a leer los labios y el pensamiento de Raine, por lo que sabía que no le esperaba nada bueno de esto. La joven del parche camino hacia la entrada, abrió la puerta con suavidad y lentitud, después camino lentamente hasta la mesa donde se encontraban ambos. – Lamento mucho que mi pequeño amigo se haya atrevido a molestarle. – dijo viendo a la joven, tratando de ser cortes pero sobretodo sonar no enojada, puesto que con ella no lo estaba. Luego vio a su pequeña mascota, acercando la mano a su cabeza para acariciarlo y sonreír enojada. – No sabes lo preocupada que me has tenido, pequeño Dunkel. -.

Raine no podía dejar de mostrar un semblante visiblemente molesto, no sólo parecía causarle problemas a ella a veces sino también a otras personas, aunque parecía que la joven rubia no tenía ningún problema con el que él le haya hecho compañía por un momento. – Agradezco que haya cuidado de mi gato, lamento si acaso hizo algo indebido y no fue capaz de disculparse por ello. – le comento con un semblante serio, sin dejar de tomar al felino oscuro de la cabeza; observaba cada movimiento de la joven, además de que escuchaba con atención la explicación que le daba sobre lo que había pasado. – ¿Ha mentido?... Quiere decir que... – su rostro se sorprendió un poco al pensar que por poco y el comía algo de dulces, tomo a la mascota con ambas manos y no dejo que este se fuera de su abrazo.

– R-raine no es lo que tú crees. – dijo temblando un poco mientras intentaba zafarse de el abrazo. No le sería muy difícil hacerlo, pero sabía que podía arriesgarse a uno de los ataques de la joven, y no sería agradable para él ni para alguno de los otros presentes. – ¿Ya la oíste no? ¡Yo no he comido nada! – dijo casi gritando, menos mal que hablaba por telepatía solamente, sino ya todos se hubieran asombrado y empezado a hablar de más al escucharlo. – Ya escuche Dunkel, guarda silencio. – dijo cubriéndole la boca a su mascota, aceptando la invitación de la joven a tomar asiento, mientras que dejaba al gato en su regazo. – Como dije hace un momento, lamento las molestias. Mi pequeño amigo no es muy ameno a demostrar modales, mucho menos a saber cuándo es prudente acercarse a los demás. – dijo acariciando la cabeza de este, con un tono de voz más apacible que en un principio.

Escuchar las palabras de la joven reafirmando la idea de que Dunkel no había comido ni un solo pastelillo le dejo más tranquila, a pesar de que su exterior serio y algo introvertido no había cambiado para nada por dentro se sentía sumamente aliviada. No parecía serlo, pero era una persona que se preocupaba con algo de facilidad por aquellos seres importantes para ella, sobre todo de su pequeño amigo de oscuro pelaje. – Menos mal que no ha hecho nada malo el día de hoy... – comento la joven en voz baja mientras seguía acariciando a su mascota, observando un poco los movimientos de la joven, buenos modales y agraciados movimientos. Pocas personas seguían practicando aquellas normas de etiqueta, parecía ser que se había topado con una de ellas. – Prudente no es la palabra que yo usaría para describirlo. Más bien quisquilloso. Me sorprende un poco que se haya atrevido a hablar con usted señorita... – hizo un pequeño hincapié a lo último, aún no sabía el nombre de quien le agradecería haber tratado de tan buena manera a su compañero.

Uno de los meseros se acerco a la mesa, preguntando si necesitaban algo más. Raine estuvo a punto de decir que no, sin embargo Dunkel le dijo a ella – Raineeee. Aún tengo hambre, comamos algo aquí. Puuuuuurrr favor~~ – le dijo solamente a ella mientras le ronroneaba, el bien sabía cómo llegar a la razón (o más bien al corazón) de la joven, sabía que no podía negarse a su petición. Raine no tuvo más remedio, con un movimiento de sus dedos le hizo acercar al joven y le murmuro unas cuantas palabras, después el mesero se marcho de nuevo a ordenar lo que aquella había pedido. – He de disculparme de nuevo, pero parece ser que le hemos de molestar por un poco más. Pero si le es de incomodidad nuestra presencia, solo dígalo y nos moveremos de lugar sin ningún inconveniente. – dijo y al último cerró los ojos, sabía que no debía pedir tanto de la amabilidad de los demás, no era ético en ella, pero sabría que si decía lo contrario ante Dunkel se escaparía de nuevo y esto se volvería en un juego sin fin del gato y el ratón. – ¡Al fin algo de comer! -

El primer paso para romper el hielo es presentarse ante los demás, saber sus intereses y si compartían gustos en común. Al menos es lo que cualquiera pensaría e intentaría en la situación en la que se encontraba la joven de cabello morado, pero ella no era como los demás y tampoco pensaba como los demás. Para ella sería mejor no congeniar con nadie más y tampoco hacer más de los amigos que tenía. Pocos en sí, pero valiosos al fin para ella. Siendo la mujer "fría" que todos conocían era extraño pensar que dejaría su helado muro para dejar entrar a alguien más en su círculo; pero tampoco era como si no le fuera a agradecer a la joven de dorados cabellos el hecho de haber ayudado a uno de sus valiosos amigos. Al menos por ahora esperaría a llevar la "fiesta" en paz, cuidando que su oscuro amigo no hiciera más de las suyas y recompensar a la joven por haber tratado de ayudarle de alguna forma. - Es un placer conocerle señorita Anderson. - dijo sonriendo cortésmente al escuchar su nombre. Su nombre le parecía adecuado a la forma de su carácter y a la apariencia que le demostraba, un toque maduro y fino que conservaba la joven.

Mientras seguía acariciando el pelaje de su amigo ella recargo el hombro de su mano libre sobre el apoyo de su silla, para luego empuñar la mano y así apoyar su mejilla suavemente sobre esta. - Me llamo Raine Zweighaft... Y creo que ya sabe que el es el pequeño Dunkel. - dijo señalándole con el dedo índice ahora que dejaba de acariciarle. - Yo ya me había presentado, así que no debías hacerlo de nuevo. - dijo el felino con una pequeña sonrisa risueña, bajando de sus piernas para moverse hacia la ventana, subiendo así a la orilla de esta para quedar en medio de ambas para observarles, pero para observar también la comida. - De verdad quiero una de esas galletas... - dijo en forma triste mientras le observaba comer. Raine entonces se acerco a la cabeza de este y comenzó a acariciarle, apaciguando un poco así las ansias que tenía el pobre. - Basta Dunkel. Ya he pedido al mesero que te traiga algo. Además no puedes seguir molestando a la joven así. - le dijo suavemente, a lo único que hacía el pequeño minino era ronronear suavemente.

El felino se quedo quieto para recibir los mimos de ambas jóvenes, a pesar de que no era para nada un “gato casero” a veces parecía serlo por la manera en que se comportaba. La joven del parche en el ojo se alejo un poco de su pequeño amigo mientras lo veo con una pequeña y cálida sonrisa, si algo le gustaba de las personas era cuando podían tratarlo bien a su compañero. Si trataban bien a sus amigos entonces ella se ponía tranquila y no le importaría si le trataban mal a ella, pero ese no era el caso aquí así que comenzaba a sentirse un poco más tranquila. – Sí… Debo admitir que así es. Nunca espere encontrar a alguien como él, pero soy afortunarla al haberlo hecho. – musito a lo bajo mientras se concentraba en ver un poco por la ventana, el día parecía más tranquilo que de costumbre. Era poco frecuente para ella darse el lujo de poder contemplar los lugares que frecuentaba, se sentía rara tan sólo pensar el hacerlo y como la verían los demás si lo hacía. Parecía que para ella influía más las reacciones y comentarios de los demás más de lo que se pensaría. Salió un poco de su letargo y regreso su vista a la mesa, viendo a la joven y luego mirando hacia el adorno del centro que se encontraba ahí, un par de flores blancas había acomodadas de una manera agradable a la vista. – Me parece que eso se debe a que… Soy más que un simple pariente para los directores. – comento con una pequeña risa por lo que trataba de explicar. A pesar de que ella se veía joven tenía más la edad de una persona anciana que de una bella joven como parecía ahora. Y aún así teniendo la edad que tenía a veces no se comportaba con la madurez que se supone debería, todo eso era aún más extraño.

El felino ronroneo un poco mientras sentía las caricias detrás de sus orejas, estirándose y a la vez acercándose a la mano de la joven para que siguiera lo que hacía. – Ella es una de las directoras. Los demás son amigos de ella. – pensó en voz alta mientras seguía siendo acariciado y Raine jugaba un poco con uno de los pétalos de las rosas que habían caído en el centro. A veces la palabra “directora” no le gustaba, simplemente tener un título con tanta responsabilidad le hacía sentir más “importante” de lo que ella misma se consideraba, aunque de verdad fuera importante lo que hacía. – Me supongo que usted ya está un poco familiarizada con la información acerca de las escuelas ¿no? – dijo observándole un poco de reojo mientras pasaba sus dedos suavemente por la hojilla blanca de rosa.



* * *

OFF: No te preocupes! Yo te he hecho esperar más otros días así que, no hay problema. Tomate tu tiempo~

Sonrío suavemente al escucharle, quien hubiera dicho que habría de conocer a una de las ex-alumnas de una de las instituciones y mucho menos se habría imaginado que ahora mismo se encontraba frente a una de las actuales profesoras de la misma. A pesar de que hubo alumnos que quedaron marcados en su mente y que probablemente nunca iba a poder olvidar, era cierto que le hizo falta conocer a varios más independientemente que pertenecieran a su escuela ó no. De alguna forma por dentro se sintió orgullosa al ver ahora a la joven, un sentimiento de satisfacción broto de sus adentros al ver cómo era ella y como es que la trataba ahora. Si muchos de sus alumnos fueran así se sentiría orgullosa también, no sólo por su comportamiento sino porque sabría que han crecido con buenos valores y como buenos miembros de la sociedad… De la sociedad que a pesar que alguna vez los había tratado como bazofia podían llegar a respetarles como personas que eran, incluso si no sabían que poderes escondían de los demás… – Es un honor conocer a una de las profesoras de Garay. Seguramente es muy buena en lo que hace. – dijo sonriendo suavemente mientras veía lo que la joven hacía.

Por un momento su mirar la capto la flor que ahora parecía más vivaz, de alguna manera sintió como corría vida nueva dentro de cada pequeña partícula de la flor que se encontraba al frente de ella. Siendo que gracias a los poderes de su raza, ella podía sentir las energías que podían devolver “vida” pudo percatar que eso provenía de la joven que enfrente tenía. Miraba con un poco de interés esto mientras permanecía en silencio. ¿Qué tan fuerte era esta persona que acababa de conocer? No paso mucho y el mesero que hace un momento le había atendido trajo en una mesilla con ruedas un juego de tetera y un par de tazas, trayendo algunas cosas como crema, azúcar y demás. – Muchas gracias. Puede dejarlo todo aquí… Ah. ¿Trajo usted el…? – movió la mano lentamente y el mesero asintió con la cabeza, pasándole un pequeño tazón y dejándolo en la mesa de ellas. Pronto el mesero se marcho y comenzó a servir un poco de leche caliente en el pequeño platón, dejándolo en la mesa para que su amigo se acercara a probarla. – Yey!!! ¿Para mí? – vio como Raine le hablaba a sentarse en la otra silla que había colocado antes, el mínimo se alejo de la ventana y fue a sentarse a la silla para poder probar de la leche que le habían traído. Si bien era no era lo que había esperado de un principio, peor iba a ser nada.

Raine comenzó a servirse té mientras su mascota seguía en sus asuntos. – No sé si pude considerarme a mi misma humana en algún momento. Siendo sincera hubo un momento que trate de considerarme una, por la manera de vida que estaba llevando en algún momento. No obstante deje de hacerlo al entender que nunca podría vivir como uno, la vida de un humano es complicada y no he podido entenderla aún a pesar de haber vivido más que los que se encuentran a mi alrededor… – confesaba mientras preparaba su café, colocándole crema y un poco de azúcar a la misma taza, mezclando lentamente con una cucharilla todo para que se agarrara bien el sabor. No era de las que tan fácilmente hablaba de su vida, pero por el momento se sentía demasiado “confiada” ante la situación en la que ambas estaban – Es una habilidad muy interesante la que tiene señorita Anderson. – comento sonriendo antes de darle un sorbo a su bebida.